FONDISTAS EN LA SIERRA DE ARISGOTAS

(Texto: Isaac)

(Imágenes: Ignacio)

Según iba amaneciendo, divisábamos Arisgotas, mientras en Radio 3 sonaba el triste tango “Sus ojos se cerraron”, Armando nos dibujaba con su dedo el recorrido a Jesús y a un servidor. Escuchando atentamente lo que decía, mientras mis ojos se fijaban en su dedo me imaginaba corriendo el monte y una sonrisa iluminaba mi cara.

Como era de esperar nos costó entrar en calor, pero pronto se nos olvidó el frío debido al trote y al encontrarnos con un lugar especial, con ruinas visigodas y un paisaje de viñedos, olivares y prados teñidos de escarcha “precioso”.

Según se iban abriendo los pulmones respiramos cada vez más el aire puro y así nos preparamos para las suaves colinas (jajaja), en la que José Ignacio se quedó con Carolina y yo rezagado de mis otros dos compañeros, constándome subir no sólo por la altura de la pendiente si no por las piedras punzantes que machacaban las plantas y los tobillos, pero me dio lugar al ver con admiración como subían con maestría la pendiente mis compañeros.

Jesús nos dio el susto (no porque se cayera) si no porque se escondió y cuando pasamos a su altura saltó gritando “¡alto la Guardia Civil!” y entre el susto y las risas nos preparamos para la bajada que fue espectacular por la velocidad, el riesgo y la estrechez del camino.

Y los cinco acabamos trotando en llano todos juntos como una manada inseparable, fue tal que acabamos bebiendo en un abrevadero (jajaja). 

Después de 3 kilómetro y medio llegamos al pueblo, con caras de satisfacción por la experiencia compartida en grupo y por 17 kilómetros maravillosos que nos permitieron poder hacer lo que más nos gusta que es correr y conectar con la naturaleza.

Isaac Ruiz.

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