En el nº 1 “la raya azul” de febrero de 2009, Ricardo Ortega declara que prefiere hablar de corredores “recreativos”, en vez de “populares”, para referirse al que corre para divertirse. No le falta razón. Y como recreativo viene de recreo, me traslado sin querer queriendo (cito al Chavo del ocho) a la escuela de mi infancia, en que, frente a la tiranía de la disciplina, los quebrados y la lista de los reyes godos, estaba el recreo: media hora de libertad vigilada, con espacio para el grito, los saltos, las carreras, la pelota, los cromos, el truque, el churro-mediamanga-mangotera (foto arriba) y otros deportes alternativos o de riesgo, como levantar las faldas a la hija de la maestra, o tirar de las coletas a Carmencita, cuyo genio, me cuentan, no han doblegado los años, a pesar de tener tantos que, como yo, cuenta las hostias de la vida de diez en diez, para que no le falten dedos.
Han pasado los años, más de los que quisiera, y por cambiar he mutado hasta de principios, pero cuando corro, pienso en el recreo de mi escuela, porque estoy haciendo lo que quiero, como cuando jugaba al abuelo viejo, aunque ahora los palos me los den en otro sitio.
Muy bueno anónimo, muy bueno. Pero un detalle, en mi argentina natal, el juego de la foto se llamaba "la burra", y decía así......cachurra monto a la burra, a la burra la monto yo.......
ResponderEliminarY corríamos a subirnos en las espaldas de nuestros compañeros......que tiempos