martes, 13 de enero de 2015

AQUEL RITMILLO, Stevie Wonder – Superstition (1972)

By Antonio Medina





Bueno, pues ya pasó la Navidad. Volvemos a la normalidad y sólo falta que nuestras cinturas y los entornos umbilicales vengan a su ser con las rutinas de entrenamiento y sobre todo con las rutinas gastronómicas. Que la Navidad es una fiesta eminentemente religiosa es indudable, pero como todas las fiestas relacionadas con la religión… son aburridas, al menos para mí que la fe no me sobra. Pero los humanos siempre tendemos a aderezar las “soserías” con sal, y en este caso esa sal son las supersticiones. El momento cumbre de las Fiestas Navideñas para los creyentes es la Nochebuena con el Nacimiento de Jesús (que me corrijan los fondistas católicos si estoy equivocado), pero para los menos creyentes, bien por juventud o bien por madurez ese momento cumbre suele ser otro: por juventud, los niños ven el punto culmen de la Navidad en la llegada de los juguetes de Papa Noel, los Reyes Magos, Rapa Nuí, el Coco o quien sea, el caso es que lleguen juguetes. Para los que ya estamos en edad adulta y no creemos mucho, los momentos de máximo disfrute en la Navidad pueden ser los más insospechados: para un corredor puede ser participar en la San Silvestre, para un ludópata o para un simple jugador es el Sorteo de Lotería. Pero el punto de inflexión para cualquier persona niño, adulto, creyente, no creyente, deportista, ludópata o simple jugador es el tránsito al Año Nuevo y su previa Nochevieja. Y a esos momentos le echamos la sal de mil supersticiones bien para acabar con el mal fario de un mal año pasado o sólo para repetir un simple “Virgencita que me quede como estoy”. A ver, recapitulamos las supercherías: nos tomamos doce uvas que coinciden con los últimos doce segundos del año y que coinciden con la cifra de doce meses que tiene un año con el objetivo de tener suerte en todos y cada uno de esos futuros doce meses; nos ponemos ropa interior de color rojo para tener suerte en el amor el año entrante. Brindamos con champagne tras las uvas para tener suerte (con agua no vale, trae mala suerte) y además la copa ha de llevar un anillo de oro dentro para tener un año afortunado en dinero… y asi cada año van surgiendo nuevas y nuevas tontadas para entretener al personal. En la tele este año circulaba un video/selfie de una familia tomando las uvas con una bolsita de infusión colgada de la oreja. Me ahorro el comentario.

En el mundo del deporte también existe la superstición: hace unos días leí en un periódico deportivo una noticia de un jugador de fútbol que en los partidos oficiales siempre jugaba con los mismos calzoncillos desde hacía años porque una vez le salió un buen partido y consideraba que el hecho causante de su buena tarde habían sido sus Abanderado (un crack el chaval eh). El slip de marras tenía ya 5 añitos, ya decía “¡papá!” y para los que estáis sonriendo y pensando en el papel de las magdalenas... después de cada partido la mamá del trastornado lavaba los calzoncillos con Ariel que lava más blanco. Tonto pero con una madre limpia.

Nuestro ejemplo patrio en cuanto a manías y supersticiones lo tenemos en Rafa Nadal, el tipo más trallao que jamás ha parido madre. Entre punto y punto compulsivamente se coloca el pelo detrás de las orejas, se recoloca su calzoncillo con una maniobra superelegante, da unos golpes con la raqueta en sus zapatillas, limpia las líneas si juega en tierra batida y antes de sacar bota la pelota un determinado número de veces. Delante de su silla para los descansos coloca a sus pies dos botellas de agua, una delante suya y otra a la izquierda de su silla. Toma un sorbo de una botella y un sorbo de la otra y repite ese ritual alternativamente en cada descanso del partido hasta que éste acaba. Antes de jugar, 45 minutos antes,  se da una ducha de agua fría, luego cambia los grips negros de sus seis raquetas colocando cinta blanca encima de la negra, dándole vueltas y más vueltas metódicamente en sentido diagonal. Más tarde, tras un masaje y el vendaje en sus pies y en sus manos, se viste, se moja el pelo y coloca su sempiterno pañuelo en la frente. Vamos, que solo le falta mear en las cuatro esquinitas del campo para marcar territorio.

Y en el atletismo sin llegar a esos extremos el único caso de manías que yo conozco era el caso de la destronada Marta Domínguez, que siempre competía con la misma cinta rosa sujetándose el pelo. Esa cinta se la regaló su abuela y ella creía que le traía buena suerte. La también retirada Mayte Martínez se pintaba como una puerta para competir… pero creo que no era ninguna manía,  simplemente era coquetería, aunque siempre me llamó la atención verla con sus coloretes, sus labios perfiladitos de carmín, sus pestañas repeinaditas y sus perlas en las orejas. Coquetería, seguro.

Yo recuerdo una vez que corrí un maratón con una pulsera que me hizo mi hijo Sandro; en mi caso no era coquetería me la dio él antes de la carrera y me dijo que me iba a traer suerte. Y cuando nació mi hija Rosalía corrí también un maratón de Madrid con un chupete suyo en el bolsillo. No me lo dió, intuí yo que me iba a ayudar a acabar la carrera. En París el año pasado corrimos toda la delegación de  Fondistas Toledanos con unas banderitas españolas que nos cosió con cariño la noche antes Marisa, la mujer de Juan (¡animo amigos!). Y hace unos años más, cuando fuimos por primera vez al maratón de París, Tito también nos adornó la equipación bajo el Arco del Triunfo con unas pequeñas banderitas de España. Aún conservo ambas.

Y todas estas pendejadas ¿me trajeron suerte? No sé, pero animan en algún momento critico del maratón.

En España Stevie Wonder se popularizó con la mema “I just called to say I love you” o la prescindible “Don’t drive drunk”. Afortunadamente, hubo otro Stevie Wonder años atrás de los 80’ que grabó canciones como la tremenda SUPERSTITION (1972), por la cual ya merece una página en la historia de la música.




y de propina una actuación de Little Stevie Wonder, 14 añitos tenía el figura, interpretando FINGERTIPS (1964). Un grande de la música


2 comentarios:

  1. Ay, Stevie Wonder... Es uno de mis cantantes preferidos, o el más de lo más, y tienes razón, esas canciones menos conocidas son geniales, como él. Ah, y mucha suerte!!!!

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