“Antonio
por Dios, haz el favor de organizar ese cajón que no se para qué doblo las
camisetas” Margot dixit.
Estaba
preparando mi hato para salir a entrenar. Hato de verano, mucho más sencillo
que en invierno: pantalón, camiseta clara y gorra.
Mi
ropa de correr la distribuyo entre dos cajones y un pequeño hueco de otro donde
amontono los calcetines. Capítulo aparte merecen el armario de zapatillas... Vamos con los cajones de marras.
El
primero cajón es para vestir “el tren inferior”: ahora pantalones y mallas
cortas (5 o 6), gorras y complementos veraniegos varios como cintas
de pelo (juas), muñequeras para recoger el sudor (nunca vi un corredor con tal cosa) y demás chorradas que me dieron en alguna carrera pero que saco metódicamente todos los años y coloco en el cajón.
Y
luego está el segundo cajón, el fantabuloso cajón de mis camisetas. Es increíble
la cantidad de camisetas de manga corta que caben en mi cajón, alrededor de 40,
alguna de ellas aún por estrenar. A poco que las apretara podrían caber otras 40 de las 2000 que tengo guardadas. Y a pesar de ese tremendo fondo de armario
siempre uso las mismas: las que me son más cómodas, las que no chirrían mucho a
la vista (telita con los diseñitos de alguna) y las que les tengo un cariño
especial.
En
definitiva, pasaría bien el verano con un par de pantalones, 5 o 6
camisetas y una gorra. El invierno lo haría con un par de mallas largas calentitas, 4 o 5
camisetas térmicas, un par de cortavientos y un gorrete.
Pero
hay una diferencia clave entre mi fondo de armario de corredor en invierno
y en verano: las camisetas invernales no tienen historia, son camisetas
básicas del decartón compradas para usar y cuando estén viejas irán a la basura sin dolor de corazón. Pero las de manga corta de verano tienen una historia
asociada. ¿Por qué? Simple, el 99% de las carreras nos dan una camiseta de
manga corta conmemorativa (bueno, la pagamos) y son de uso veraniego
también para el 99% de nosotros; el 1% que usan manga corta en invierno
son corredores recios e isotermos, tales como Agustín, el hombre que vino del frío de
Villapún. Pues estas camisetas de manga corta yo las asocio a vivencias
de las carreras donde me las dieron.
Cada
primavera cuando hago “la mudanza del armario” siempre repito el mismo proceso,
el que supongo haréis vosotros en vuestros armarios: del cajón de
abajo retiro las mallas largas y cortavientos y coloco los pantalones
cortos y las gorras. Y del cajón de arriba, el de las camisetas, expurgo
las técnicas de invierno dejando las nuevas a estrenar de manga corta que
me han dado en las carreras que he participado en el otoño/invierno. Y a éstas
incorporo las de otros años que tengo guardadas desde el pasado verano en el
trastero. Éstas las clasifico por su “paño”:
-
Están las antiguas de algodón, como mi raída camiseta negra de mi primer
maratón Madrid 99. La exhibí durante muchos entrenamientos porque los
corredores populares somos unos exhibicionistas de nuestros trofeos: las
camisetas. Y cuando la veo en el cajón siempre sonrío y me acuerdo de mis
penosos últimos km. desde la Casa de Campo a Meta que completé
gracias a Carmen. También está la de París 2003, vaya compañía que
fuimos: Yayo, Yovana, Javi el de Illescas, Ricardo, Chema, Álvaro... También está
la roja del Maratón de Valencia, cuando el vendaval nos tumbaba a Jesús y a mi.
Y hay muchas más camisetas de innumerables medias, alguna más de
maratones…nada, decidido TODAS LAS DE ALGODÓN AL CAJÓN. Aunque tengo la
certeza de que no usaré ninguna de éstas.
-
Y luego están las "modennas" las técnicas: está la de tirantes roja del Maratón de
Sevilla 2001, mi maratón más recordado: Manolo, Ricardo, Pepe Ortiz, Juan
Gallardo, Paco el Pintor, Joaquín, Tomás, El Fonta, Javi, ¡que grupazo! pero la
camiseta, ay la camiseta, madre del amor hermoso: todos los años lo intento
pero cómo pica ¡pica como una ortiga con cien hormigas hambrientas! Me rechinan
los dientes sólo de acordarme. Este año volveré a probar otra vez a
ver si no pica. También ésta la roja de mi primera Subida al Angliru, fea como pegar a un
padre pero que buen grupo fuimos: Carlos del Blanco, Eugenio, Jesús, Alfonso,
Tomás Orgaz, el Fonta, Julián, Mariano… pero me equivoqué con la talla, una S cagondiola
¡si a mi no me ha cabido nunca una S!. La saco a ver si este año no me hace
llagas, que este año estoy mas fino (porlosc*).
También está una negra de la Hoz del Huécar ¡jope que comida post-carrera nos preparó Jesús el Argelino en la Posada de los Tintes!, pués la camiseta de aquella carrera me queda corta y enseño
el ombligo y sus adiposos aledaños. Y también está la blanca y verde de tirantes de los relevos
Toledo-Talavera, si mal no recuerdo hice el relevo con Carlos del Blanco y Marcelino y nos lo dieron Fernando Gaytán y Justino Techada. La camiseta es tan grande que me la puedo meter por los pies…
Nada nada, SACO TAMBIÉN TODAS LAS TÉCNICAS AL CAJÓN.
Nada nada, SACO TAMBIÉN TODAS LAS TÉCNICAS AL CAJÓN.
Y
al final, ¿cómo acaba el mudado de armarios? pues como todos los años… 50
camisetas prestas para el entrenamiento diario. Las alineo dobladitas por
primera y única vez en la temporada en el cajón, y en breve éste se
convertirá en un totum revolutum de tejidos de colores estridentes que recordará a una montonera del Mercadillo del Martes (¡a un leiro, a un leiro!).
Y
al final del verano, cuando refresca, vuelvo a colocar las impersonales
camisetas negras del decartón invernales en el cajón… hago recuento de las de manga corta mientras las voy guardando y
sólo he usado las 5 que quedan encima. Creo que jamás he tirado una camiseta de
una carrera. Son mi álbum de recuerdos.
Utopía |
Igualito que Alvaro, solo que yo si le he tirado camisetas, las de algodón que valen para limpiar los cristales.
ResponderEliminarEn mi casa son el doble y muchas veces me pregunta, ¿esta es mía o tuya? pues según la talla van a su armario o al mío.
Pero es verdad que son un recuerdo de cada carrrera
Y de las zapatillas..., ni hablamos ¿no Antonio?
ResponderEliminarBufff, esa es otra buena. Propongo recoger firmas para una iniciativa legislativa para implantar un PLAN PIVE para zapatillas con +1000kms.
ResponderEliminarSi ahora mismo me cambiaran todas las zapatillas que rondan por mi casa (inutilizables ya para correr) por zapatillas nuevas... a lo mejor tendría zapatillas para correr 15/20 años.
Me ha encantado la entrada Anontio¡¡
ResponderEliminarYo guardo las cosas de correr en un lugar que Jorge y yo hemos bautizado "armario Murakami" por eso del escritor que corre, es que somos muy literarios nosotros.
Os hago una propuesta: Haced limpieza de cajones, armarios y rincones, que la directiva viaje a Mozambique con las maletas ( unos 30 kg que puede variar kg arriba o abajo, segun la compañía) cargadas de camisetas para regalarlas aqui.
A mi me encanta ver a niños y mayores con camisetas que te resultan cercanas, de reprente ves a uno que lleva en la camiseta un letrero que dice: Recreativo de Pelahustán, o Asociación de Amas de Casa la Retama de Hinojosa..... Y de zapatillas ni os cuento. Aqui se venden usadas todas las que nosotros tiramos en los contenedores, y las de los corredores se ven a la legua: buenas marcas, impecables por arriba y cuando les das las vuelta...... suela gastada.
Acepta la directiva la invitación?? O también pueden delegar, jeje... en casa hay sitio para recibiros a todos.
Un abrazo enorme
Hombre, nuestra fondista xaixaiana preferida. Pués si se pudiera enviar un contenedor con zapas viejas... sólo con la asociación lo llenábamos. Los zapateros, armarios y nuestras consortes iban a respirar aliviadas.
ResponderEliminarOye, en Mozambique ¿hay Parque de las tres Culturas? ¿entrenas por allá?
Otro abrazo enorme, ¡que encanto de blog tu aguilita en vuelo!...
Antonio Jotami, Parque... no hay, pero lo que si hay es muchas culturas, y caminos, ni te cuento. Se hace lo que se puede.
EliminarMe alegro que te guste el blog. Un abrazo,
La patria de un hombre (mayor) son los recuerdos. Lo que pasa es que nos vamos haciendo mayores
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