viernes, 27 de diciembre de 2013

VALENTÍN, RICARDO Y SU CORO

(Texto: Rosa)
(Imágenes: Tito e Ignacio)
A NUESTROS ABUELOS
El otro día mi hijo Miguel y yo fuimos a compartir un desayuno con los fondistas en el Hotel Doménico. Estuvo bien, pero lo mejor fue el momento final, cuando Valentín saca una potente zambomba, Carolina improvisa un acompañamiento, botella y cuchillo en mano, y el resto, les seguimos dando palmas. 

Valentín se arranca con fuerza e hilvana una copla tras otra, sin parar. Tras las coplillas, o quizás entre ellas, no me sorprende descubrir a Ricardo como un buen conocedor y recopilador de villancicos y coplas navideñas.
Animados por la espontaneidad del momento, quedamos emplazados para cantar y pedir el aguinaldo el día de Nochebuena, por la mañana. 

Y el día llega, desapacible. Aún así, mi expectativa es alta sólo por el hecho de revivir nuestras tradiciones y gozar de una buena compañía.

En la oficina de turismo, nos están esperando aquellos con los que vamos a disfrutar. También la enorme zambomba, la botella de anís (que Carolina se encargará de frotar y pulir), los gorros de Papá Noel (a Juan le sienta muy bien), los abrigos y los guantes, las cámaras de Tito y José Ignacio para grabar y la recopilación de villancicos y coplas, de todos los colores, que Ricardo previamente ha contrastado con su tío, y que nos trae a todos fotocopiada para la ocasión.

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Y empieza la función: ¡Qué ingeniosas y ocurrentes son las letras! ¡Qué risas con las coplas verdes! Nos faltan instrumentos para acompañar. No hay problema. Pepe Ortiz y Jesús entran en una tienda de música y compran un pandero. José Ignacio, más humilde, entra en “los chinos” y adquiere una pandereta que le dura tres coplas.

Vamos haciendo paradas para felicitar las Fiestas a miembros importantes de la Asociación, pero la jugada no sale bien. De cinco intentos, sólo dos. No hay nadie en casa. “Nos quedamos sin polvorón y sin copita de anís”, José Ignacio. Lo único que nos echamos al coleto fueron unos huevos fritos de gominola y unas estupendas migas por gentileza de Javi (Bikila) y Rafa (Santa Brava), respectivamente.
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Seguimos cantando y riendo por diferentes barrios de la ciudad. De la Reconquista a Zocodover, en autobús, animamos el trayecto de los viajeros. El frío no nos achanta. Pero, ahora la risa desaparece; me da un vuelco el estómago; la garganta se me estrecha, y los ojos se me inundan, porque Valentín está cantando “si se va la paloma, déjala volar,…”, y ya no es Valentín quien la entona. Es mi abuelo Miguel, sentado en su sillón, el que la está cantando, como cada Navidad. De este villancico, me voy al Romance de La Loba Parda, y de éste, a otro y a otro… Recuerdo varios de los que él cantaba. Y estoy tan emocionada y sorprendida, que una persona escéptica y poco dada a las ñoñerías como yo, en ese momento, siente el espíritu de la Navidad. Vuelvo en mí, y me produce alegría comprobar que estas evocadoras coplas en algún momento también han producido su efecto en otros de los que están a mi lado.

Valentín se despide de nosotros y entona por última vez “si se va la paloma, déjala volar,…”. Otra vez, el nudo en la garganta. Gracias por ese regalo.

1º VIDEO VALENTIN, RICARDO Y SU CORO CANTANDO VILLANCICOS POR LAS CALLES
2º VIDEO VALENTIN, RICARDO Y SU CORO CANTANDO VILLANCICOS POR LAS CALLES
3º VIDEO VALENTIN, RICARDO Y SU CORO CANTANDO VILLANCICOS POR LAS CALLES

4 comentarios:

  1. Vaya recital y no le hace falta microfono a Valentín, que potencia de voz,
    y el acompañamiento que buen rollito.
    El año que vien me apunto.

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  2. Que bien lo tuvisteis que pasar amigos,que envidia...

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  3. Tócala otra vez, Valentín. Memorable. Por cierto, el del pandero parece más un mayoral de toritos bravos que un fondista toledano.
    Besos

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