lunes, 26 de mayo de 2014

FC BARCELONA Vs ATLÉTICO DE MADRID:VENCIÓ EL DEPORTE by Anónimo Fernández




VENCIÓ EL DEPORTE

Confieso que soy activista del deporte por encima del negocio espectáculo del que tanta culpa tiene el futbol, tal y como lo consumimos en la actualidad. Y me manifiesto en contra del monopolio mediático del futbol que ningunea a otros deportes como el atletismo. Pero ser deportistas es también reconocer valores, y el sábado 17 de mayo de 2014, en Barcelona,  a las 6 de la tarde hubo épica deportiva para repartir. La liga es una competición que se decide en 38 jornadas, aunque a veces hay que esperar a la última para saber quién gana. Aquí no solo eso: no se decidía en una única jornada sino en un único partido; y quien saliera victorioso del mismo, llenaba de sentido las 37 batallas que le precedieron. David contra Goliat, en casa del gigante. Estaban todos los signos del poder, campo a rebosar coreando a su armada, las banderas, un enorme mosaico donde se podía leer “som el barça”,  El presidente de la Generalitat , porque el Barça, a fuerza de ser más que un club, se ha convertido, de manera consciente, en un ejército con causa independentista, y cien mil gargantas cantando a capela su himno. La piel de gallina. Saltan al campo los del Aleti, de amarillo, como los sambenitos inquisitoriales a los que se va a quemar en la hoguera por herejes que trataron de alterar el orden del universo futbolístico, renegando de su papel de comparsa en una liga que es de dos.  El turco, levanta sus manos  oferentes, como cristiano en circo romano, pero con el dios cambiado. Y comienza la lucha. El Atlético cuenta con un aguerrido Costa. ¡Miedo fuera!: a morir…a matar… Y la épica sigue: minuto 13 (no podía ser otro) se lesiona Costa, que llora desconsoladamente la guerra perdida contra su bíceps femoral. Y al poco, es Arda quien derrama rabia aderezada con lágrimas por su lesión de cadera. Y luego… el misil que atraviesa sin piedad la escuadra de la ilusión del pobre. El miedo es el dueño del partido: ese miedo atávico del colchonero, que para eso es el pupas. Y en la mente de los atléticos se cuela el pensamiento del  siempre igual, siempre pasa lo mismo. ¡Pero no!, y a falta de delanteros es un defensa quien bombea su  testosterona a la cabeza y golpea en toda la frente a Goliat. Con el “unouno” vale. La batalla fue dura, pero limpia. El duelo acaba y siguen los valores: los guerreros se abrazan y lloran, y un entrenador vestido de portero de discoteca, deambula por la banda como Marco, de los Apeninos a los Andes,  buscando a su papá. Y lloran. Por lágrimas no será. Y la grada es un aplauso inmenso al ganador. Unoauno; nadie pierde. Ha ganado el Aleti. Venció el deporte.
Anónimo Fernández



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