Pinchar aquí para VER TODAS LAS FOTOS |
GARCIA AVILEO, JOSE 3:57:42 Pos.5999
Pos.Categ.1380 Tiempo real 3:52:40 Pos.real 5867
1843 5.598 18047
RODRIGUEZ VINCELLI, MARIA FERNANDA 1:06:36 F VETERANA FEM C 06:40
CRÓNICA DE LA 33ª MARATÓN DE VALENCIA
(Por Rafael Gallego)
Resulta difícil resumir en pocas líneas
lo que un corredor siente tan sólo unas horas después de finalizar una maratón
y haber conseguido sus objetivos previstos, puesto que las ideas y los sentimientos
se agolpan de repente.
La preparación de este maratón ya era
especial desde el principio, porque para seguir la típica tabla de 12 semanas
había que empezar en agosto, fechas en las que normalmente se está aún de
vacaciones y aprieta el calor. En mi caso, siendo consciente de que perdería la
primera semana de septiembre por un viaje y que hasta la segunda semana no
podría comenzar en serio, traté de no perder del todo la forma haciendo
entrenamientos en agosto en tierras zamoranas, donde el calor no era sofocante
del todo. A partir del 10 de septiembre empecé la preparación en serio con 10
semanas por delante. Recuerdo los primeros días de entrenamiento cómo veía con
envidia sana que fondistas con aptitudes similares a la mía me dejaban fácilmente
atrás, lo cual, lejos de menguar mi moral, me sirvió de aliciente.
Mi primera carrera como toma de
contacto fue en Torrijos ,
donde ya pude comprobar la mejoría de dos semanas seguidas de entrenamiento
corriendo los 10 kms. por debajo de 39 minutos. Apenas dos semanas después, la
media de Alcázar me dio un impulso moral, al superar mi marca personal de la
prueba y llegar a meta en 1.24. Como no podía ser de otra manera, Miguel Angel Bonilla me
llevó en volandas durante gran parte de la carrera.
Las semanas siguientes alterné
entrenamientos en solitario, carreras con el grupo del Tole Tole que iba a ir a
Valencia, muchos entrenamientos con los fondistas, y sobre todo series con Jesús
Flores, a quien veía mejorar su estado de forma ostensiblemente con el paso de
los días.
El tiempo acompañó toda la preparación
del maratón porque apenas puedo recordar un único día complicado por el agua,
pero ni sufrimos calor (salvo los días de agosto, lógicamente) ni frío fuera de
lo normal para estas fechas. En cambio, los pronósticos climatológicos para la
carrera no eran buenos la semana previa. El mismo viernes no había hombre del
tiempo ni página de Internet que dejara abierta una posibilidad de buen tiempo
para el domingo 17 de noviembre, lo cual me cayó como un jarro de agua fría.
Así las cosas, el sábado 16 emprendimos
viaje a Valencia en autobús un grupo de fondistas (corredores inscritos para
Valencia, familiares y algunos fondistas acompañantes, como Yayo y Álvaro, José
Ignacio y Carolina, y Mariano y su mujer)
junto a otro grupo de atletas toledanos. Desde el autobús recibíamos mensajes
poco alentadores en lo que al tiempo se refiere de quienes iban por delante en
el viaje, que ya habían encontrado incluso nieve en el camino.
Llegamos a medio día a Valencia con la
grata sorpresa de que el tiempo no era tan malo del todo. Después de dejar el
equipaje en el hotel fuimos a la Ciudad de las Ciencias a recoger el dorsal y
la bolsa del corredor y de paso a ver in situ los primeros y los últimos metros
de la carrera del día siguiente.
Después de meternos hidratos al cuerpo aprovechamos
la tarde para visitar la ciudad, con una temperatura fresca y húmeda, pero sin
lluvia, y mirando al cielo constantemente para ver qué nos deparaba el día
siguiente.
A la mañana siguiente nos despertamos
aún de noche, y después del desayuno nos reunimos Jesús Flores, Jorge y yo, con
nuestros familiares acompañantes, para ir juntos a la línea de salida. Para
nuestra sorpresa el día amanecía fresco, dentro de lo normal, pero despejado y
sin visos de tormenta ni nubes. A medida que iba aclarando el día el sol se iba
apropiando del cielo, y como si fuera un reto a los hombres del tiempo que
habían previsto lluvia en una probabilidad casi del 100 por 100, la mañana
adquiría el matiz ideal para la carrera, con una temperatura fresca, pero
llevadera, y en aumento a medida que avanzaban las horas, como así ocurrió
finalmente.
Después de los protocolos oportunos y
de las fotos de rigor nos dirigimos a nuestros correspondientes cajones de
salida. Para mi infortunio comprobé desesperadamente que mi reloj no
funcionaba, con lo que me quedaba a expensas del crono de Jesús Flores, con
quien había pactado compartir la mayor parte de la carrera posible.
La carrera comenzó a las 9 y a partir
de ahí cada uno luchó por conseguir sus propios objetivos personales. Jesús olvidó
poner en marcha su crono en la salida, y pasado el km 3 se dio cuenta ya tarde
sin poder hacer nada para remediarlo. A partir de ahí fuimos conscientes de que
la carrera era distinta de lo previsto y nos obligaría a hacer cálculos de otra
manera para controlar esfuerzos y dosificar energías.
Poco a poco fuimos dejando atrás kilómetros.
Yo sabía en qué puntos más o menos estarían esperándonos los fondistas y
nuestras familias, por lo que encontré en ese dato una motivación extra para
soportar la dureza de la prueba y del ritmo que habíamos impuesto casi sin
darnos cuenta Jesús y yo.
A la altura del km. 6 y como
consecuencia de un giro de 180 grados del circuito de la carrera, vimos pasar
cerca de nosotros pero en sentido contrario a un grupo de unos 15 africanos, a
los que no volvimos a ver más que en las crónicas finales del evento.
Previamente ya habíamos recibido los típicos ánimos del público del estilo de
“ánimo, que ya os queda poco”, o “vamos chavales, a ver si levantamos España”,
lo que nos provocó alguna que otra sonrisa y comentario.
En el km. 7 vimos por primera vez con emoción
a los fondistas (José
Ramírez , Alvaro y Yayo, José Ignacio
y Carolina, y Mariano). Volvimos a verlos en el km. 11. En el km. 17 nos
esperaban nuestras mujeres y mi hija, con el lógico subidón de moral. En el km.
18 volvimos a ver por tercera vez a los fondistas, que con gestos claros nos
decían que íbamos bien de tiempo y ritmo.
Con la inseguridad de saber qué tiempo
íbamos marcando atravesamos el punto del medio maratón. Unos metros antes de
pasar por ese punto yo había visto reloj urbano que marcaba las 10.27 horas, lo
que me llevó a pensar que estaríamos pasando con un tiempo aproximado de 1.27. La
realidad no distaba mucho porque según los datos oficiales pasamos en 1:26:31,
a una media de 4:06.
A partir de ahí empezaba lo duro, el
maratón de verdad. Poco a poco la carrera iba pasando factura a algunos
corredores, que se apartaban a un lado del asfalto.
Pasamos de nuevo por delante de
nuestras mujeres en el km. 24 y un km. más adelante vimos por cuarta vez a los fondistas.
En el km. 26 abandoné la compañía de
Jesús en la carrera, al verme justo de fuerzas para seguir su ritmo, y decidí
dosificar porque quedaba lo más duro de todo. A partir de ahí la carrera picaba
ligeramente hacia arriba, hasta el km. 34. Además, empecé a notar síntomas de
deshidratación y a echar en falta líquido, en algunos momentos incluso con
desesperación. El paso por el km. 30 veía que se hacía de rogar. En el avituallamiento
de ese km. me paré unos segundos para poder ingerir agua cómodamente y evitar
el flato que había sufrido ligeramente hasta entonces después de cada
avituallamiento. Emprendí la carrera y continué subiendo hasta el km. 35, sin
saber ni el tiempo ni el ritmo que llevaba en ese momento. En un comentario
entre dos corredores entendí que iban a ritmo para hacer un tiempo de 3:05, lo que
me hizo pensar por momentos que ya había echado a perder mi renta de la primera
media y que se había esfumado mi objetivo de bajar de las tres horas.
En el avituallamiento del km. 35 volví
a repostar agua casi parado. Me hice con una botella que poco a poco me ayudó
en carrera a superar el problema de deshidratación. Además, la carrera se
invertía y levemente comenzaba a picar hacia abajo, sin que se apreciara tanto
el desnivel como cuando picaba hacia arriba.
A medida que se aproximaban el final había
más gente animando. En el km. 39,200 había un speaker dando ánimos bajo un arco
de carrera y sus voces hicieron que me fijara en un reloj que marcaba un tiempo
que 2:44 min. En ese instante hice mis cálculos y me di cuenta que tenía al
alcance de mi mano uno de mis objetivos de la carrera, que era bajar de las
tres horas, recuperando una ilusión perdida unos kms. antes.
Los tres últimos kms. los hice sabiendo
que simplemente con un ritmo de 5 min/km entraría antes de las 3 horas. Me
relajé, no me importó perder algunos puestos más, aunque tampoco iba sobrado de
fuerzas para defender la posición, y con ese espíritu afronté el final de la carrera. Por el km.
40 vi por quinta vez a los fondistas. Me fijé en José Ignacio
y José Ramírez
que me transmitían que lo tenía al alcance de la mano, conocedores ambos de mi
objetivo personal. Por última vez pasó fugazmente por mi cabeza la idea de
abandonar, porque había corredores que abandonaban a esas alturas de la
carrera, pero en ese momento la decisión era clarísima: por muy justo de
fuerzas que estuviera no podía dejar de vivir esos metros finales en los que se
corría sobre el agua en la Ciudad de las Ciencias de Valencia.
Pasado el km. 41 había un pequeño
desnivel hacia el recinto mismo de la Ciudad de las Ciencias, a partir del cual
ya se corría empujado por la gente y con el ánimo de los familiares que allí
nos esperaban aunque era imposible identificarlos entre tantas personas como
había. En los metros finales los corredores pasábamos por una alfombra azul y
después de un doble recodo afrontábamos unos últimos metros preciosos, indescriptibles,
inolvidables, y con un sol radiante. Cerca de la meta me permití incluso
relajarme un poco para abrir un espacio suficiente con los corredores que me
precedían y poder saborear mejor el paso por la línea de meta.
No es fácil describir el momento del
paso por el arco de meta y divisar un tiempo de 2:57 soñado y anhelado durante
tantas horas de entrenamiento. Acababa de terminar mi segundo maratón pero esta
vez estaba escribiendo una página preciosa en mi vida personal, en mi incesante
lucha por fijarme metas y luchar por superarlas. Estaba cumpliendo mi sueño de correr
un maratón en menos de tres horas y superar esa barrera psicológica. Los dolores
eran intensos, pero la satisfacción personal era mayor. Había cubierto mi objetivo
finalizando la carrera en unas condiciones normales de salud.
He de manifestar mi más sincero
agradecimiento a todos los que me habéis acompañado en los entrenamientos y en
las carreras de preparación de este maratón, a quienes me habéis dado consejos en
estos últimos meses y semanas y aquéllos que me habéis ayudado a superar mis momentos
bajos.
Aparte, por supuesto, de mi mujer y mis
hijos, que me han soportado estos últimos meses y que me acompañaron el día de
la carrera, me merecen un reconocimiento especial los fondistas toledanos que
estuvieron el fin de semana en Valencia con nosotros, unos corriendo (como
Jesús Bermúdez, Jorge
Colomar y su mujer, Jesús el argelino, Miguel Ángel Suárez,
Pepe), y otros dándonos ánimos desde distintos puntos de la carrera (José Ignacio haciendo de reportero y logrando unas fotos
preciosas, aparte de estar al tanto de todo y dando consejos muy prácticos, y
los demás fondistas que ya he mencionado dándonos voces de ánimo al vernos
pasar cerca de ellos); José Ramírez ,
que hizo de anfitrión ideal en Valencia y de quien me acordé mucho ese día
porque, si se hubiera planteado disputarla con nosotros, estoy seguro que
hubiera compartido conmigo muchos kms. de la carrera; Jesús Flores, con quien
compartí entrenamientos y series duras así como una gran parte de este maratón,
hasta que la carrera nos puso a cada uno en nuestro sitio; además, fue al
primero que vi después de llegar a meta fundiéndonos en un entrañable abrazo.
¡Si corrieras tan bien como escribes podrías bajar de 2'45" en el siguiente maratón!.
ResponderEliminarSe ve que ya estás relajado para escribir, muy buena crónica, si señor.
Y ha sido todo un placer copartir en vivo esa experiencia en Valencia con los que sufristeis esos 42,km195m
Enhorabuena a todos,¡¡¡ tenemos unos campeones en esta asociación!!!
Enhorabuena Rafita, me alegro mucho por tu gesta, seguramente que sera la primera entre muchas, así también que enhorabuena a Jesús Flores y compañía.
ResponderEliminarEnhorabuena a todos los que corristeis en Valencia, habéis realizado una maratón SENSACIONAL, ESPECTACULAR. Mención especial para Rafa y Flores, que lo han bordado con esos pedazos de tiempos, haber quien es ahora el guapo que mejora sus marcas. Ahora toca recuperarse bien para volver otra vez a dar guerra.
ResponderEliminarJosé el Valenciano
Una crónica preciosa, Rafa¡¡¡¡ Y mi enhorabuena a todos¡¡¡
ResponderEliminarole con ole, las buenas crónicas, las buenas sensaciones y el disfrutar corriendo y disfrutar con los compañeros
ResponderEliminarBuenos entrenamientos....buena carrera.....buena comida.....y por supuesto BUENA CRONICA!!!
ResponderEliminarEnhorabuena a tod@s, Valencia hay que repetirla!!!
Ahhhhh....y gracias al equipo de fondistas "Animadores", sin ellos esto no hubiera sido lo mismo.........
Gracias a todos vosotros, los corredores.
ResponderEliminarGracias a todos. Al escribir este tipo de crónicas lo que trato es de compartir con todos vosotros mi experiencia y mis emociones, porque nadie mejor que vosotros para entenderlo en su esencia.
ResponderEliminarPor otro lado, me adhiero a Jorge en su agradecimiento a los fondistas "animadores", porque gracias a su calor, a su presencia y a sus ánimos pudimos hacer ese esfuerzo último que se nos exigía y llegar a meta. Fue un aliciente fundamental ese día, creedme.
Igual habrá que pensar en repetir Valencia el año que viene, por qué no!
Enhorabuena a todos los que fuisteis a Valencia tanto a los que corrieron como a los acompañantes que animaron.
ResponderEliminarMuy bien Sr. Gallego, Don Rafael. El día que aprendas a correr con cabeza bajas de 2:50.
Felicidades Rafa por tu éxito en el Maratón y en tu crónica.
Antonio Marqués del Pozo